sábado, 28 de junio de 2008

Celebracion 60 aniversario















21/06/08 tarde-noche -(2)-

Mientras preparaban la mesa, nos tomamos unas cervezas y refrescos en la barra, en tertulia, contandonos novedades. Y ya sentados en familia alrrededor de la mesa, nos sirvieron los entrantes y, como no, una magnífica paella de carne y verdura con vaquetas que a mí me supo a gloria. Y el pastel de queso de la casa, para postre, estaba conseguido. No faltó el brindis "por t'os y por t'as".
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Volvimos a casa a reposar la comida, que unos lo hicieron tumbados en la cama, y otros nos repartimos por los asientos del salon de arriba y que aproveché para tomar unos segundos de vídeo. Avanzada la tarde y ya despejados y descansados, y antes de salir a dar una vuelta, se hizo una foto de familia con el patriarca (yo) en el centro.
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Después de recorrer un poco el pueblo, decidimos hacer una ruta típica de la zona, que era el visitar los olivos milenarios, a los que no pudimos llegar por encontrarse el camino inundado en un baden, por las últimas lluvias. A pesar de todo no perdimos la esperanza de verlos en otras escapadas desde el coche, olivos vetustos, anchos y con grandes huecos en su tronco. Regresamos dando una vuelta y pasamos por la ermita del Calvario, situada en lo alto de un pequeño montículo rodeado por la carretera. Era de construccion redonda, derruido su interior y parte de la cúpula, dando la sensacion en su conjunto de estar muy abandonada. Pertenece al barroco valenciano del S.XVIII y aún conserva algunas pinturas.
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De regreso a casa, después de este buen paseo por los alrredores del pueblo, entre caminos y campos, se compró en la carniceria lo necesario para la cena, la cual haríamos en la cocina de la casa, a base de embutidos y fiambres. Al final de la cena, encendieron una vela que clavaron sobre un dulce, para que la apagara, lo que fué motivo para brindar de nuevo, esta vez para que todos, al menos, lleguen tambien a los sesenta años. Resistiendo el irnos a la cama, y sabidos de que habia un pub en el pueblo, nos dirigimos allí. De pub solo tenia el nombre, porque no dejaba de se un bar normal, echando a faltar algun juego o un poco de música. Nos tomamos un helado y volvimos con intencion de no trasnochar demasiado, porque al dia siguiente acordamos levatarnos pronto y pasar la mañana en Morella, antes de acudir a comer en "els Capellans", un restaurante levantado sobre un monasterio, en el pueblo Traiguera, al lado de Canet lo Roig.
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Pincha en el video para ver un poco el ambiente en el salon de la casa rural y sus vistas desde los ventanales.

miércoles, 25 de junio de 2008

Celebracion 60 aniversario





21/06/08 -(1)-

Yo nací el 22 de Junio de 1948, en la Avenida del Puerto, 15 de Valencia. Mi madre me tuvo en casa, en su dormitorio que fué la alcoba de mis abuelos paternos. La sistieron en el parto la comadrona, mi yaya Carmen que es la madre de mi padre que vivia en casa, y la sra. Aurora, la vecina de la puerta de al lado, persona muy allegada a la casa, confianza que ya venia de la excelente vecindad mantenida con mi yaya. Según me han contado muchas veces, salí del vientre de mi madre medio ahogado y amoratado, negro me decian, no recuerdo si por estrangulamiento con el cordon umbelical o por ahogamiento en las coronaciones mientras intensaba salir. El caso es que me llevaron a la cocina, y me pusieron bajo el grifo, al chorro del agua fria, seguido de una palmada en las nalgas. Todo ello produjo tal reaccion que me provocaron el lloro, aunque tenue, pero suficiente para estabilizar y asegurar el éxito de mi nacimiento. Solo pesaba 1500 gramos.
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En estos dias, sesenta años despues, celebro mi nuevo cumpleaños, siempre luchando para mantener la vida, dejando por el camino otras vidas, la de mi yaya, mis padres, incluso un hermano menor que yo, pero redeado con nuevas vidas que nacieron después que yo, y que mantienen una misma familia que se alarga por un extremo al mismo tiempo que se acorta por el otro. Cuando llegue mi final, toda esa vida que fué mia, rodeada de otras vidas que me acompañaron, habra formado un tiempo y un espacio que se fué cruzando con otros tiempos y espacios, contemporáneos y no tan contemporaneos.
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Pues bien, para celebrar el acontecimiento, mi mujer decidio que lo celebrariamos, hoy sábado 21, comiendo fuera de casa, en un restaurante que nos habian recomendado por tierras de Tarragona. Y el domingo, lo haríamos en casa de mi hija. Así que de buena mañana, mi hijo y Montse en su coche, y mi mujer y yo en el de mi hija y Roman, salimos a la autopista. Pasamos la provincia de Barcelona y entramos en la de Tarragona, nos detuvimo en un área de servicio para almorzar, y seguimos nuestro camino por la carretera. Nos adentramos en la provincia de Castellon y comenté: "Pues sí que está lejos el restaurante elegido. Qué no habia alguno, bueno, pero más cerca?" Metidos de lleno en el Bajo Maestrazgo, llegamos al pueblo de Canet lo Roig que, aunque pertenece a la diocesis de Tortosa, está en la provincia de Castellon, y se habla tanto el valenciano como el tortosí o el catalan. Ubicado en la cuenca del rio Cervol, la poblacion está entre Vinaroz y Morella. Su gentilicio es el de canetanos. Mientras esperamos en la puerta del restaurante, esquina a una de las plazas del pueblo, por cierto, buscamos la sombra huyendo del sol que caía de pleno y empezaba a calentar con fuerza. No sé que pasaba, pero desaparecia mi hija, salia Roman a buscarla y desaparecian los dos, y tardaron en regresar a donde estabamos esperando. En los móviles no habia cobertura, excepto en puntos muy estratégicos del pueblo, uno de ellos en la placeta donde esperábamos, por lo que no era fácil localizar a alguien. Al cabo de unos minutos, reunidos ya los seis, se decidió dar una vuelta por el pueblo para hacer tiempo hasta la hora de comer y que aproveché para hacer alguna foto.
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Entre sol y sombra callejeamos hasta llegar a un portal con una cancela por entrada, en un edificio de piedra reformado que no disimulaba ser tan añejo como los olivos que circundaban los campos cercanos, y entre juegos de fotos en grupo, empujaron la puerta de entrada de lo que me dijeron era un museo, y entraron arrastrandome hacia el interior. La luz de la calle contrastó con la ocuridad del interior y me costó que la vista se adaptara al nuevo espacio. Atisvaba muebles viejos rurales y utensilios de labranza; abrieron una puerta que habia a la derecha del pequeño zaguan y entre claroscuros divisé figuras humanas, como si un gran mural o cuadro sobresaliera de la habitacion. Todos se quedaron a mi alrredor, observandome, de pronto veo que las figuras parecen moverse. Se enciende una luz, destellean flases de varias cámaras digitales y me doy cuenta que reconozco las caras de lo que parecia un gran mural. Allí estaban mis hermanas con mis cuñados y sobrinos, todos apiñados y rodeados con una cinta azul con un gran lazo. Mi hermana Amparin saca un enorme tarjeton de felicitacion y lee el contenido del texto. Me estaban felicitando en mi cumpleaños, ellos eran el regalo sorpresa que mi mujer y mis hijos , en complicidad con ellos, me estaban entregando ahora. Mi cara de pasmado inicial fué tomando nuevos aspectos hasta que asimilé por completo la nueva situacion, y sacando el sombrero que todavia llevaba puesto, saludé a todos con alegria emocionada, subí el escalon que nos separaba, desabroché el lazo que los envolvía, y tome psesion del regalo abrazandolos a todos.
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El edificio era una casa rural de tres plantas (ver fotos), con bodega en el sotano, preparada para convivir 18 personas, y que ahora iba a ser nuestro albergue de celebracion de mi cumpleaños durante el fin de semana, de mis sesenta años, rodeado de mi familia más allegada: mi mujer, mis hijos y sus parejas, mis hermanas y mis sobrinos que habian venido de Valencia, incluso Pepa, llevando a mi hermano Vicente en su corazon, llegada de Murcia. Todos complices para festejar y compartir este evento. Tras las explicaciones de regalo tan callado y amagado, entendí que la lejania del restaurante para celebrar el cumpleaños era para llegar a la casa rural que habian alquilado con el mayor secreto. Que la salida por la mañana al supermercado para solo comprar una tiritas, era escusa para sacarme de casa y que mis hijos cargaran en el coche las bolsas preparadas para pasar el fin de semana, ropa, medicinas, etc. Que las idas y venidas de unos y otros mientras esperabamos a la puerta del restaurante, era para contactar con mis hermanas, que estaban alertas a nuestra llegada para preparar la sorpresa y guiarnos a la casa, ya que todo habia sido preparado por internet: la casa rural, la comida del restaurante de hoy y la de mañana, en el pueblo de al lado, Traiguera, en un antiguo monasterio llamado "Els Capellans", lleno de encanto tambien.
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A partir de ahí recorrimos, los recien llegados, toda la casa, todas las habitaciones, unas individuales, otras de matrimonio y hasta con leteras, a mi mujer y a mí nos dejaron la habitacion que tenía por cama un dosel que cubria la cabecera, y desde el pozo (el trull, que daba nombre a la casa, en la entrada donde me dieron la bienvenida), pasando por los multiples cuartos de baño, el sotano con la bodega y el almacen de aceite, hasta llegar al último piso donde se ubicaba la amplia cocina con doble banco y una larga mesa con bancos de madera para sentarse, y contigüa a ella el salon, con una chimenea en el centro, grandes ventanales que daban acceso a las dos fachadas de la esquina, sin obviar los diferentes objetos decorativos que hacian referencia a antigüedades (gramola, llaves antiguas, prensas, herramientas del campo de las mas variadas, sofas y sillones, etc.). Lo único moderno era la television.
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Después de recorrer con detalle la casa y oir la version de los preparativos que a cada uno le fué encomendado, y de situar las maletas en las habitaciones, salimos hacia el restaurante para comer. Eran ya las dos de la tarde.

lunes, 16 de junio de 2008

Fiesta del barrio


15/06/08

Este fin de semana se celebró la fiesta del barrio. La organiza la Asociacion de Vecinos de FONT DE LA GÜATLLA, centro civico de nuestro barrio, en Sants-Montjuich. Se ofrecen actividades artisticas, laborales y ludicas, así como asesoramiento municipal de la zona. Mi mujer ha estado introducida en la asociacion desde al poco que llegamos al barrio; alli ha aprencido a pintar (algunos de sus cuadros lo ha ido regalando, otros cuelgan de las paredes de nuestra casa, y una minoria espera aún su destino), ha practicado Tai-Chi, y otros muchos eventos. Con el presidente de la asociacion y su mujer nos une un lejano parentesco, no de sangre sino por segundas partes de enlaces matrimoniales, ademas de mantener una larga amistad.
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Un año, Luis, el presidente, me propuso si podia encargarme del fin de fiesta, disparando un traca para la clausura del programa festivo, por aquello de la aficion de los valencianos a la polvora. Le tomé la palabra y hubo traca para el final de fiesta. En la calle, junto al edificio, se montan los escenarios, las mesas y sillas de los festejos, y me guardaron un trozo de calle, un poco apartado de los asistentes, para montar la pirotecnia.
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Y los siguiente años continué encargandome de preparar la "traca final", intentando que el siguiente año fuera superior al anterior, y acabé montando pequeñas "mascletás" en plan casero. Así que compraba una gran traca de muchas decenas de metros que sujetaba a una cuerda suspendida en un cadrado de arboles, y de la traca colgaba masclets, mas o menos potentes, separados a cierta distancia para que fueran cayendo y reventando a un tiempo más o menos medido. Añadia alguna traca china en algun momento estratégico, y la empezaba o acababa con algun cohete. Bueno, resultaba bastante efectiva, pero mientras se montaba y se esperaba la hora del disparo, cuando terminaba la última actuacion artistica, aquel recinto de fuegos resultaba muy peligroso y tentador para la chiquilleria del barrio, que pasaban por entre las cuerdas, incluso fumando, y su atrevimiento iba mas lejos, porque llegaban a lanzar petardos a las cuerdas. Aquella situacion, año tras año, y que podia haber llegado a ser una gran atraccion, llegó a hacerse insostenible, sobre todo porque no no me podia permitir el disponer de un recinto cerrado al publico, ni el tener agentes de vigilancia, porque, aunque modesta, esa área de fuegos no dejaba de ser peligrosa para los asistentes que estaban participando de la fiesta y viendo las actuaciones.
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La junta de organizacion de la Asociacion aprobó, en vista de los últimos acontecimientos, y como prevencion de posibles desgracias, que solo se tiraran unos cohetes como colofón festivo, desde el patio interior del edificio, y cerrada la reja. Por eso este año, el final de la fiesta ha consistido en lanzar al aire unos pocos cohetes, con color y sonido, por su puesto, para anunciar el "fin".
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No hay cosa que más me gustaria que la gente supiera comportarse (los gamberros e incivilizados) , que la otra gente que apoya a los gamberros (familiares y amigos que les dejan hacer) tambien supiera comportarse, y que los que estan haciendo un espectaculo al aire libre, puedan hacerlo con libertad, sin temor y con toda la capacidad que los medios lo permitan, sabiendo que no seran cohibidos ni molestados. Para bien de todos.
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Adjunto abajo una composicion que hice de las fiestas de este año, cuyo motivo son las habaneras y el "cremat", un elemento de las fiestas que no falta nunca.

Pinchar las fotos para verlas ampliadas.




viernes, 13 de junio de 2008


08/06/2008

El mes de Junio es mes especial para mí. Nací en Junio, en dia 22 de 1948; cumplo este mes, pues, 60 años. Una vida con muchos años de peso para un cuerpo que se va volviendo cada vez más fragil. Tal dia como hoy, dia ocho, mi mujer y yo hacemos treinta y tres años de casados. Muchos años de convivencia tambien, buenos si se saben llevar, malos si se llevan con torpeza, y eso si se llega y no se hacen trizas antes.

Es un mes, pues, de celebraciones. El sabado hubo comida familiar para celebrarlo en plan casero, y por la tarde mi mujer y yo fuimos al teatro, a ver un espectaculo de La Cubana, y nos desmarcamos de los paseos rutinarios. Para el domingo decidimos escaparnos los dos de nuevo y planeamos comer en Sitges. Así que como tenemos la estacion de Sants tan cerca, nos acercamos a Sitges con el tren. Un paseo matinal por la playa y el pueblo pudo romper la rutina semanal del trabajo fuera y dentro de casa, incluido el desayuno en una concurrida terraza y la compra de algunas vanidades, para satisfaccion del ocio y del consumo.

Comimos de capricho en uno de los restaurantes del paseo maritimo, que ya conociamos, y disparamos las fotos de recuerdo (ver fotos). La tarde, una tarde tipica para mujeres en un lugar de turismo, que no se diferencia mucho de las pasadas entre tiendas y escapartes de cualquier ciudad, pero con imágenes nuevas, transcurrió, simplemente.

Y las fotos hechas con la nueva cámara digital, regalo de aniversario, se cargaran en el marco digital, regalo tambien de aniversario. La festividad empezó con imagenes de escenario, siguió con imagenes digitales y se guardaron, atrapadas como sensaniones imborrables, no solo en el pequeño marco físico de las fotografias, sino tambien en el gran marco de nuestro recuerdo.


3/06/2008

Mis recuerdos del Sr. Ramon me acompañan desde mi niñez. Y digo “Sr.” porque, bien por buenos modales, o porque lo veía mayor que yo, le ponía siempre el “Sr.” delante del nombre.

Muy asiduamente , sobre todo algunos sábados y en época de vacaciones, iba a casa de Lolin. Unas veces me quedaba a comer, otras, las más, pasaba allí la tarde. O simplemente, cada vez con menos frecuencia conforme me hacía mayor, pero sin perder la costumbre, seguía visitándola. Lolin, además de ser mi prima, es mi madrina, casada con “Ramonet”, hijo del Sr. Ramon. Vivían en una planta baja, no muy lejos de mi casa en la Avenida del Puerto. Hablo de los primeros años de mi infancia, lugar y tiempo a los que me remito y ubico estos recuerdos.

Tras llamar al timbre de la puerta, se dejaba ver a través de la puerta encristalada en la mitad superior, el largo pasillo por el que venían a abrir. Ese largo pasillo que comunicaba la entrada con el fondo de la casa, se utilizaba para colgar los toldos de lona sobre los que, padre e hijo, pintaban los letreros publicitarios. “Cóm está, sr. Ramon?” – saludaba yo al entrar, pues era a él al primero que solia encontrar pintando. – “Pues ja veus, xiquet, castigat cara la paret”, me respondia el sr. Ramon casi siempre, sin apartar la vista de su trabajo, controlando su mano que sujetaba el pincel. Yo me quedaba de pié observandolos un buen rato, no perdiendo detalle de la precision con que diseñaban primero los trazos de las letras y luego, con gran aplomo de manos, rellenaban las letras con pintura utilizando los pinceles finos para los perfiles, y los más gruesos para el relleno. Trazos verticales y horizontales de una “T”, trazos inclinados de la “A”, o curvas para las “O”, las “D” o las “B”. Letras de todos los colores, letras de todos los tamaños y apariencias se sucedian en esos toldos de lona grandes y pequeños, claveteados en las paredes hasta que la pintura se secaba, y entonces se limpiaban por encima para eliminar los trazos de los dibujos de las letras, y finalmente se doblaban para entregar.

Después de entretenerme mirandolos embobado y flipado con los olores de la pintura y los barnices, pasaba dentro, donde mi prima se dedicaba a tareas de la casa, cuando no ayudaba tambien a pintar, y como no, me preparaba la merienda que me tomaba en mi lugar favorito, en el corral. Este era un espacio descubierto en la parte trasera de la planta baja, con una pila lavadero a la izquierda, junto a la ventana de la cocina. Rodeando las cuatro paredes, sobresalía una techumbre en forma de alero, suficientemente ancha para resguardar las estanterias repletas de utensilios y de botes de pintura que permanecian en espera de ser utilizados o en espera de deshacerse de los que estaban vacios. Una puerta, al fondo derecha, daba a la calle, un callejon sin salida, junto a una escalera por la que se podia subir al tejadillo en el que mi prima tendia la ropa, y por el que me asomaba al callejon. Tanto la corta escalera como la terracita eran mis espacios favoritos exteriores, donde jugaba o leía los tebeos (comics se les llama ahora), Pulgarcito, DDT, Jaimito y, sobre todo, las aventuras del Capitan Trueno, mi héroe de la infancia, aventura completa a todo color que venia en las páginas centrales de Pulgarcito. Por otra parte, cada semana me compraba el cuaderno último editado de las aventuras del Capitan Trueno, cuadernos que continuaban de una semana a otra. No se me han olvidado esos recuerdos, como tampoco la melodia que durante mucho tiempo coincidía emitir la radio mientras leía las aventuras de mi héroe (que rivalizaba con las aventuras del hombre enmascarado y el guerrero del antifaz). esa música era la cancion "Una picolísima serenta". todavía no habian aparecido The beatles en mi vida.

Pero había otra música que venia de dentro de la casa, del pasillo, cuando el sr. Ramon, muy aficionado a la lírica, recitaba "a capella" arias y romanzas de su amplio repertorio. Yo disfrutaba mucho oyendolo cantar, con voz cultivada, sin soltar los pinceles, a menos que tuviese que dar una nota larga y sostenida, y entonces se giraba como dirigiendose a su publico, en una mano el pincel, en la otra el bote de pintura; creo que en su imaginacion se escuchaba los aplausos. Tal vez mi aficion a la música clásica naciera de oir sus romanzas en temprana edad, tal vez tambien por la aficion que me inculcó mi madre, o por la disposicion de mi tio Vicente (padre de mi prima Lolin), que tenia una gran coleccion de discos de musica. Tendría que sumar, también las tardes enteras que, sentado a su lado, escuchábamos microsurco tras microsurco, las obras de los autores mas variados. Estoy convencido que mi cultura musical nació de esos tiempos y espacios, los cuales yo no quise perder, que seguí cultivando tanto en cuanto mi sensibilidad supo captar.

Bueno. solo son recuerdos, pero los recuerdos nos hacen eternos mientras estan en la mente de otros, y es mi deseo que perduren en la memoria de todos porque, de ese modo, se cruzaran y enlazaran espacios y tiempos de unas personas con otras, por muy lejanos que lleguen a estar fisicamente en el espacio y en el tiempo en que vivieron. Fuí creciendo, mi cuerpo y mi mente fueron cambiando, pero mis recuerdos y los momentos vividos permanecieron, y ahora siguen vigentes, esa vida la tengo atrapada, me enrriqueció, la disfruté y me sigue alimentando.

- Fins un altre dia, Sr. Ramon - le decia al despedirme de vuelta a mi casa.
- Adeu, xiquet, aÇí me travoras, cara a la paret. - Me contestaba, sin apartar la vista del pincel ni del toldo.

Hay un cruce contínuo de tiempos y espacios entre contemporaneos allegados o extraños, tanto reales o mediante videos, por lecturas o por audiciones, entre personas, cosas o animales que han llenado ese espacio y ese tiempo llenandonos de imagenes y sensaciones. Aunque no existan ya en nuestro entorno, las seguimos "sintiendo" tan cerca y tan penetrantemente como cuando eran reales. ¿Reales? Es que nuestros recuerdos y nuestras vivencias no son reales?













1/06/2008

Navegando por internet, la casualidad hizo que entrara en una página donde se ofrecian, vendian y subastaban envases de vidrio, botellas de todas las clases y bebidas, vacias e incluso llenas. Fijé la atencion en unas botellas de gaseosa que acapararon mi mente llenandome de recuerdos que me hicieron retornar a mi infancia y pubertad. Eran envases de vidrio de las gaseosas "La flor de Valencia", "El Siglo", "La Pitusa", "La Señera". Pero sobre todo, "La flor de Valencia" es la que me hizo recuperar mi espacio y mi tiempo.

Yo nací en la Avenida del Puerto, 15, en Valencia, donde viviamos mis padres, mis hermanos y mi yaya hasta que derribaron la finca, y pasamos al numero 37. El edificio abarcaba cinco portales, desde el numero 9 al 17, y en el 11 vivia mi tia Pepa, hermana de mi madre; en el 15, nosotros, la familia Sanchez Garcia, donde se quedó a vivir mi padre cuando se casó con mi madre, y que fué la casa de mis abuelos paternos desde que se quedó aquí mi yaya, a los ocho años, cuando vino de la casa de sus padres en Chiva, para vivir con sus tios; y en el 17 vivía mi tia Maria, tambien hermana de mi madre, y casa de la familia Garia Tolsá hasta que se casó y se quedó con la casa. Mi madre se fué al numero 15 con mi padre, por tanto, mis padres ya compartian juegos de infancia. El dueño del edificio, el señor Zapater, era tambien el dueño de la fábrica de Gaseosas "la Flor de Valencia", que estaba ubicada en la parte trasera de la finca y que ocupaba una nave tan ancha como la del edificio, nave que se veía perfectamente desde las galerias de nuestras casas, ya que las viviendas daban a la fachada princiapal en la Avenida del Puerto los balcones y, por detrás, las galerias, a las naves de la fábrica. El acceso a la fábrica se hacia por un portal adaptado para la entrada de camiones que, por la galeria era perfectamente observable la entrada y salida de vehículos y personal.

Cada portal del edificio solo daba acceso a dos pisos, con dos viviendas por planta, y un tercero donde se ubicaban los porches, 4 (uno por vivienda) que servian de cuartos trasteros donde se acumulaban los muebles inservibles, los recuerdos que no se querian tirar, o los trastos que algun dia se pudieran recuperar, pero que en casa ocupaban sitio. Mi padre adaptó aquel espacio y se puso un banco de ebanista, cajas con herramientas, y allí, en ratos libres o quitados al sueño realizaba trabajos caseros o de encargo. Recuerdo la calor que en verano pasabamos allá arriba, pues no había ventilacion, cuando subia a hacerle compañia o a ayudarle. Permanece en mi memoria perfectamente el lugar, con el techo en bajante como en las buhardillas, que habia que agacharse para llegar a los rincones y unos ventanucos encristalados que asomaban al exterior. Desde la barandilla del ultimo piso (el segundo, donde vivíamos nosotros, en la puerta cuatro), se anudaba una cuerda que bajaba por el hueco estrecho de la escalera, cuyo otro extremo se anudaba al pasador del cerrojo de la puerta de acceso a la escalera, una puerta maciza de madera con una aldaba en forma de mano sosteniendo una bola, en el exterior. Cada aldabonazo se identificaba con el numero de la puerta, p.e., con cuatro golpes en la aldaba se estaba llamando a la puerta cuatro, entonces se salia a la escalera y se estiraba de la cuerda para abrir el cerrojo y solo habia que empujar la puerta para entrar al patio. La escalera, estrecha tambien, que daba acdeso a los pisos, era de escalones de terrazo con los bordes de madera ya gastada, descolorida y vetusta. Estoy hablando de una época en que se podia dejar la puerta de casa abierta, con toda tranquilidad, para que corriera el aire haciendo corriente con el balcon o la galeria.

Cuando coincida otro tiempo y espacio me extenderé más sobre los recuerdos que se grabaron en esas otras vivencias. Esta botella de gaseosa "La flor de Valencia" que enccontré en la web, me llevó a la fabrica que le daba nombre y que fué el entorno de mi niñez. Gaseosa que se tomaba sola o mezcalda con vino para hacerla más especial, gaseosa que se llevaba junto con el bocadillo de la cena a los cines de barrio, y se cenaba en la butaca viendo las peliculas y psandose la botella de uno a otro, con su ruido de escapada de gas al abrir el tapon de porcelada con mecanismo de palanca. Gaseosa que se bebia en los merenderos de la playa (en las calurosas noches de verano o los tórridos dias de poniente), mezclandose tambien con la cerveza. La única alternativa al agua para salirse de la rutinaria bebida y festejar las comidas de los dias festivos.

Me baje de la web algunas fotos de las botellas que convivieron en mis primeros años, las cuales expongo para quien tambien quiera despertar recuerdos, o para quien quiera conocer lo que otros vivieron que, al fin y al cabo, sigue siendo historia, con su tiempo y con su espacio.