lunes, 3 de noviembre de 2008

Todos Santos

1 de Noviembre

En estas fechas en que estamos, la tradicion mantiene aún la costumbre de visitar a los difuntos de la familia. Los cementerios se ven concurridos de gente para recordar y acompañar a los que nos dejaron en el camino de la vida. Pervive en mi memoria cuando mi padre nos llevaba por Todos Santos al cementerio, en nuestra niñez de Valencia, y nos enseñaba las tumbas y los nichos de los diferentes miembros de la familia que descansaban en estos santos lugares, y que aprovechaba para hacer repaso de la familia, nombrandolos en unos u otros cementerios. Y en aquel paseo matinal, nos acercaba tambien a tumbas o panteones de famosos, como la de algun torero o personaje conocido.
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Mis padres mantuvieron esa tradicion, y s'e que mis hermanas tambien, pero no la he mantenido yo y, desde que faltaron mis padres, mi yaya ( el único abuelo que conocí), o mi hermano, no me he acercado a la tierra que los cubre y los cobija, porque no he necesitado un dia ni lugar especial donde encontrarme con ellos, pues no ha habido día que no me acordara de mi yaya, de mi padre o de mi madre, de mi hermano o de mis familiares más cercanos y queridos que han significado tanto en mi vida. No he necesitado de flores porque éstas se marchitan con el tiempo, no he necesitado de lágrimas porque se evaporan enseguida. Siempre he creido en el recuerdo que es lo que los hará eternos y que los mantiene vivos en mi vida cotidiana.
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Por estas fechas de Todos Santos y de difuntos, viviendo aún mi yaya en casa con nosotros en la Avenia del Puerto, 15, y siendo yo pequeño, mi padre compraba "huesos de santos", unos dulces de mazapan típicos en estos dias, y que comíamos después de rezar el rosario todos juntos alrrededor de la mesa, en familia y para memoria de los difuntos. Son recuerdos de niñez, recuerdos de unas costumbres que, de la misma forma que la tradicion las conservó, tambien la tradicion las fué olvidando y cambiando los valores de importancia dentro del marco de la historia en que se vive, se comparte y se construye, dentro de un tiempo y un espacio´.
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Mi yaya Carmen está en Chiva, su tierra natal; mis padres descansan en Valencia, así como mis padrinos tan queridos, y la mayoria de la familia cercana. Mi hermano se quedó en Murcia, donde vivió sus últimos años. Y no descarto el día en que yo vuelva a la tierra que los proteje, a la tierra que los vió nacer y/o vivir, la misma que me vió nacer a mí.
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En mi niñez no se veían las calabazas iluminadas que tanto proliferan y publican ahora para festejar el Halloween, de influencia americana. Sin embargo en el verano, en la época de los melones, la chiquilleria de los portales contiguos al nuestro, incluidos mi hermano y yo, nos reuniamos para las cenas estivales a la puerta de la calle, a la que se salia mayores y niños con una sillita en una mano y el bocadillo de la cena en la otra, y despues de cenar, la hija de los Baraja, los cuales regentaban una barberia en el bajo derecha de mi portal, vaciaba sandias, rascaba la corteza dibujando ojos y boca, y ponia una vela encendida dentro, en la base, y en el borde superior anudaba unos hilos para sostenerla con la mano. Y con la euforia de crios con juguete nuevo, las paseábamos por la acera cantando:
El sereno tiene un perro
que le llaman capitan,
y a las una de la noche
se comió todo el pan.
Sereeeenooooo.
Era la época en que aún existian los serenos, personal de vigilancia nocturna que se encargaban de vigilar los portales y de abrirlos si los inquilinos olvidaban la llave. Acudian a la llamada de las palmas o de la voz de ¡Sereenoooo!. En más de una ocasion, al regresar del cine o de una salida nocturna, mi padre se había visto obligado a llamar al sereno para que le abriera el portal. Y por Navidad, el sereno visitaba a los vecinos del barrio con la tipica tarjeta de "El sereno felicita a Vd. las pascuas de Navidad y le desea un feliz Año Nuevo". Y esperaba recibir, de la buena voluntad de los vecinos algo de "aguinaldo", alguna peseta o calderilla que buenamente se pudiera dar.