
Durante estos dias de convalecencia, en los que he tardado tres semanas en expulsar la piedra ("piedrecita") del riñon, encontrandome ya bien, durate estos dias, pues, trajo Montse a casa un gorrion que se encontró en la calle, que no podia volar por ser muy pequeño aún, y que no podia tenerse en pié porque tenia una patita rota. Muy posiblemente cayó del nido (o lo tirararon la madre o el hermano por aquello de la seleccion natural), el caso es que, desafiando las leyes naturales, Montse se lo arrebató a la naturaleza y lo subió a casa con una jaula recien comprada. Lo hemos estado alimentando , cuidando, y despues de tres semanas la patita ya la tiene fortalecida hasta el punto que revolotea por la jaula y se posa perfectamente con las dos patas. Pía para pedir comida, que le damos acercandosela al pico con la punta de una cañita, y recibe la comida como si puera del pico de la madre. Ya bebe agua solo y picotea lo que encuentra por el suelo y considera que es bueno para comer. En el momento que veamos que puede volar perfectamente y valerse por sus piernas, no habrá más remedio que darle la libertad que necesita para sobrevivir por sí mismo y que busque su ambiente natural, porque un gorrion enjaulado no tiene muchas posibilidades.
Una de las visitas que recibió mientras lo sacábamos a la terraza durante el dia, fué una cotorrita de esas que abundan ahora tanto por los arboles de las plazas y calles, y que conseguí fotografiar sin que se espantara. Es la foto que acompaño a esta anecdota. Unas veces estamos mál, pero si nos aliamos al tiempo, volveremos a estar bien, del riñon, de la patita, de las enfermedades, del desprecio de los demas que nos apartan...
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